Maduro, apasionado y rojizo se alza el otoño en flor,
retando a un ejército de nubes negras
armadas de fría nostalgia,
apuntando al corazón.
Entona un ritual de canto, juego y danza,
confunde a la furiosa tormenta,
que se olvida del trueno, del viento
y de sus flechas de agua.
Vuelan pétalos al bosque y abren alas,
se posan en las copas de los árboles,
mientras el ciervo, entre la niebla,
intuye el canto y la danza.
El águila del misterio otea la cadencia
y el juego, que adormece la tarde
y eleva el grito a las regiones,
donde nace el sentimiento.
Enciende la noche en las ventanas del tiempo,
lluvia de pétalos de fuego y calma,
acunando al autobús, que se desliza dormido
hacia la calle del alba.
Y al despertar entre las hojas de sueño y oro,
late madura, apasionada y rojiza, olvidada de
la tormenta y el viento
la flor de otoño.
Mi gratitud por las imágenes al blog:
Madrid 24-septiembre-2014
M.Jesús Muñoz